A veces, los mejores proyectos nacen en medio de la necesidad. Así comenzó Centro de Cerámicas y Más, un 19 de noviembre de 2019, en el corazón de San Juan, Intibucá. Su fundador, Heriberto Ardon, no tenía grandes recursos, pero sí una visión clara, una fe firme y el deseo de hacer las cosas bien.
Heriberto conocía de cerca el mundo de la construcción. Trabajó cargando materiales, atendiendo clientes, estudiando por las noches, y soñando con algo mejor. Cuando perdió su empleo por guardar el día de reposo, sintió que las puertas se cerraban… pero en realidad, Dios le estaba abriendo un camino nuevo.
Con el respaldo de un préstamo familiar y la bendición de un pastor que le ofreció un local con tres meses de gracia, comenzó desde cero. Él mismo construyó su primera bodega de lámina. Solo, con esfuerzo, colocó los primeros 200 metros de cerámica y abrió las puertas de su pequeño negocio.
Antes de vender, hizo una promesa: si el primer día llegaba un cliente, daría el 20% de sus ganancias a Dios. Y así fue. Ese primer día, sin empleados ni ayudantes, vendió 100 metros. Ese fue el primer paso de un recorrido lleno de obstáculos, pero también de milagros.
En medio de la pandemia, cuando muchos cerraban, su fe se fortaleció. Las ventas comenzaron a crecer más de lo esperado. La atención al cliente, la asesoría personalizada y el trato honesto marcaron la diferencia frente a una competencia que solo vendía, pero no servía.
Hoy, Centro de Cerámicas y Más es mucho más que una tienda. Es un símbolo de esperanza. Un lugar donde el cliente no solo compra, sino que recibe ayuda real para hacer realidad sus proyectos. Heriberto sueña con expandirse a todo el país y ayudar a otros emprendedores a importar productos con pequeñas inversiones, tal como él un día comenzó.